París, 22 de octubre de 2022
Colombia está viviendo un momento de cambio político, social y cultural sin precedentes. Se
consiguió gracias a décadas de resistencia de la gente del común, colombianos y colombianas
que dentro y fuera del territorio nacional reclamaban un orden más justo, más humano, donde
pudiéramos al fin superar colectivamente el egoísmo, el abuso y la violencia. Y los últimos
diez años han acelerado los ritmos de la resistencia y aumentado los anhelos de cambio. El
Proceso de Paz entre el Estado y las FARC le dio un nuevo aire a la discusión pública, a la
organización y la movilización popular, y después de años de discursos de guerra y
autoritarismo las nuevas ciudadanías alzaron la voz y salieron a las calles para reclamar
mucho más que el fin de la guerra: un país de derechos fundamentales garantizados; un
verdadero proyecto democrático en el que todos y todas seamos libres, en el que la
consciencia de la interdependencia y de la dignidad compartida sea el hilo conductor de las
decisiones públicas, y en el que el territorio nacional deje de ser la tierra hostil de unos pocos
para convertirse en la casa común que debemos cuidar.
Antes de que las instituciones cambiaran, cambió el sentido común. Setenta años después del
asesinato de Jorge Eliécer Gaitán volvió a construirse una reivindicación del pueblo como
sujeto político y cultural, y las multitudes volvieron a decir que la paz no es sólo el silencio
de los fusiles. Es importante desmovilizar los ejércitos y la barbarie heredada, sí, pero es
incluso más importante entender que la verdadera paz es la justicia social.
Las reivindicaciones fueron más determinadas y multitudinarias, la conciencia aumentaba,
pero entre tanto el viejo régimen de exclusión y violencia se aferraba a sus viejas dinámicas.
Es por esto que en 2019 y 2020, cuando la ciudadanía salió a las calles a manifestar la
necesidad de un nuevo país, la respuesta del poder fue dramática: cientos de ciudadanos —
en su mayoría jóvenes— fueron heridos y asesinados en ciudades y pueblos de Colombia. Y
aun así, en 2021, las multitudes volvieron a ocupar las calles, las plazas públicas, armaron
ollas comunitarias y redes de solidaridad, y ni toda la violencia oficial fue capaz de vencer
ese impulso de dignidad compartida. Esas semanas de resistencia fueron conocidas como el
Estallido Social de 2021, y fueron —más que las elecciones presidenciales de 2022— el
anuncio de que el nuevo país no era sólo un sueño, sino una realidad patente y con raíces
profundas.
Ahora que ha llegado el gobierno del cambio, el gobierno de la gente del común, el gobierno
del pueblo diverso de Jorge Eliécer Gaitán, debemos honrar ese impulso colectivo que nos
condujo a este momento. Si el Estallido Social de 2021 transformó las relaciones de poder,
un nuevo estallido, esta vez cultural, afianzará ese verdadero proyecto democrático que tanto
soñamos.
Es la hora de los saberes populares, de las músicas que siempre han cultivado la fuerza y los
afectos, de la poesía que tiende un puente entre la riqueza de nuestro territorio y los ritmos
de nuestra lengua; es hora de la danza y las interrogaciones del cuerpo, de la pintura y las
búsquedas vitales del color y la forma; es hora de los saberes de la cocina, de las ollas
comunitarias, de las cuenteras, de las tejedoras, de los relatos de la gente del común, del
conocimiento y las artes entendidas no como el patrimonio de una élite, sino como una
herencia y un derecho de todos y todas. Es hora de dejar atrás las lógicas perversas de la
guerra y la exclusión, de escuchar las voces y los rituales de nuestros pueblos, y de defender
con pasión y responsabilidad la memoria compartida.
Ese es el Estallido Cultural: la tierra fértil para las artes y los saberes en una nueva Colombia.
Y están convocados los colombianos en el territorio nacional, la inmensa diáspora de
colombianos en el exterior, pero también artistas, intelectuales y activistas sociales de los
pueblos hermanos de América Latina y el mundo entero. Necesitamos toda la fuerza, la
inteligencia y la sensibilidad disponibles para construir al fin la paz total en Colombia y
contribuir, desde el diálogo fraterno, a la solución de los grandes desafíos de nuestro tiempo.
Queremos recordar a los que ya no están: a todas las víctimas que no vieron este cambio
histórico, pero que lo forjaron en su lucha social, política y cultural. Queremos recordar a las
primeras líneas de todo el país, aquellos que pusieron sus cuerpos y sus voces para defender
la protesta social. Queremos recordar a las madres cabeza de familia, las abuelas, la cultura
del cuidado que es la trinchera fundamental de lo mejor que tenemos como sociedad.
Queremos recordar y hacer un homenaje especial a Alfredo Molano Bravo, sociólogo,
escritor, exiliado, y el más notable cronista de los últimos tiempos del conflicto social en
Colombia. Él nos enseñó con su ejemplo y su trabajo que para comprender un país no basta
con los personajes de la gran prensa: es en la voz de “los nadies” donde está la reflexión más
lúcida, la fuerza estética y las claves del futuro.
Estamos orgullosos de tantas luchas acumuladas, de los pueblos indígenas, ejemplo de
dignidad y resistencia. Estamos orgullosos de las comunidades afrodescendientes y
campesinas, que nos recuerdan que una vida digna no es una utopía, sino un deber por el que
tenemos que trabajar cada día. Estamos orgullosos de todos y todas las que nos enseñaron
que la mejor vida es aquella en la que se trabaja y se lucha por lo colectivo, lo común, lo
compartido.
Este evento es sólo un lanzamiento. La idea es que el Estallido Cultural crezca y se
multiplique, teja alianzas y saberes, pasiones y conocimientos. Merecemos, entre todos y
todas, construir un país más justo.
En nombre del colectivo Estallido Cultural por la paz en Colombia queremos agradecer al
señor Pierre Garzon, alcalde de la ciudad de Villejuif, a la dirección de la Maison pour tous
Gérard Philipe y a su personal municipal por acogernos y permitirnos realizar este 22 de
octubre de 2022 el acto de lanzamiento del Estallido Cultural de la Colombia extendida.
Gracias, compañeros y compañeras.
Este acto, como hemos dicho, nace de múltiples fuentes, pero es también una respuesta al
llamado que nuestra ministra de la cultura Patricia Ariza Flórez ha enviado a toda Colombia
y que llega hasta nosotros, los colombianos de afuera, los de la Colombia extendida.
Saludamos con gran alegría la presencia de la compañera viceministra de la cultura de
Colombia Adriana Molano. Este es el inicio de una nueva era en la relación entre ciudadanía
e instituciones.
¿Qué es, al fin, el Estallido cultural? Es la fuerza acumulada de la ciudadanía, su potencial
creativo, su búsqueda de la paz total. Lo decimos con esperanza y convicción: este es un
pueblo que hará de Colombia una potencia mundial de la vida, respetuosa de la naturaleza;
un país donde no haya más niños que mueran de hambre, ni masacres, ni desaparecidos, ni
asesinatos de lideres sociales ni desplazamientos forzados. Ya es hora de una Colombia en
la cual los derechos de la mujer sean respetados, una Colombia del saber, una Colombia
donde las artes florezcan, una Colombia donde sea sabroso vivir. Ya es hora de una Colombia
en la que la dignidad se vuelva costumbre.
Como colectivo amplio de ciudadanos y ciudadanas declaramos, con la presente proclama,
el inicio del “Estallido Cultural por el cuidado de la vida y la paz total”. Compañeros y
compañeras: esto apenas empieza.
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